Preferencias sociales en cerdos: de los datos a la granja y de los resultados a los métodos

Adrià Voltes/

En el segundo capítulo de ¿Quiénes son los cerdos? nos aproximamos a la historia de los cerdos Ramón y Guillem, de la mano de Lía Domínguez, una de sus cuidadoras en Fundación Santuario Gaia. Ambos cerdos fueron rescatados de las inundaciones del río Ebro de 2015, y en el santuario pasan la mayor parte del tiempo juntos, lo que sugiere el desarrollo de una preferencia social. Entre la grabación del capítulo y su emisión, se publicó un estudio en la revista Applied Animal Behaviour Science que arroja evidencias sobre la pregunta de si los cerdos desarrollan relaciones preferenciales (Goumon et al. 2020). En este artículo se analizará dicho estudio, sus implicaciones desde el punto de vista del malestar en las explotaciones ganaderas, y también la disonancia entre resultados y métodos en la ciencia del comportamiento animal.

¿Cómo se han estudiado las preferencias sociales en cerdos?

En este mencionado estudio se evaluaron las preferencias afiliativas en un grupo de 24 cerdos, analizando la proximidad entre parejas de cerdos en dos contextos distintos: durante el descanso y durante la exploración. Además, también analizaron la tasa de interacciones hocico-hocico o hocico-cuerpo, un comportamiento que contribuye al reconocimiento individual y a la afiliación. También evaluaron el efecto del sexo, el grado de parentesco y de la dominancia social sobre el establecimiento de las prefrencias sociales.

Como sucede con prácticamente todas las investigaciones sobre el comportamiento de los cerdos, este estudio se realizó con individuos explotados por la industria ganadera. Sin embargo, para posibilitar el análisis de los comportamientos que se acaban de describir, a estos individuos se les proporcionó el entorno y la disponibilidad de espacio sin los que esta investigación no podría haberse realizado. Por ejemplo, en la industria ganadera los cerdos no acostumbran a tener la posibilidad de expresar su comportamiento exploratorio, por lo que no sería posible analizar con qué compañeros realizan dicha actividad, si de entrada ese comportamiento se ve impedido. 

Los resultados del estudio

El estudio identificó preferencias sociales en todos los contextos comportamentales aunque con intensidades diferentes. Las preferencias eran más sólidas y frecuentes cuando los cerdos estaban descansando o durante la socialización a través de los comportamientos de contacto. De todas las parejas observadas durante el descanso, el 44% eran casos de relaciones preferenciales, corroborando que algunos cerdos comparten dicha actividad con un compañero determinado. En el caso de las interacciones hocico-cuerpo, el 30% de todas las parejas observadas eran casos de relaciones preferenciales. 

Sin embargo, cuando se trataba de explorar el terreno, los cerdos no mostraron preferencias sociales de manera frecuente, solamente el 20% de las parejas observadas. Los autores del estudio consideraron que las condiciones en las que se encontraba este grupo de cerdos (ausencia de depredadores y disponibilidad de comida) reducen la necesidad de la proximidad espacial entre individuos, durante la exploración.

También se observó que muy pocas de las relaciones se extendían entre los distintos tipos de interacciones sociales, lo que sugiere que los compañeros preferidos eran específicos para cada actividad.

Finalmente, el estudio detectó una ausencia o una contribución baja de factores como la dominancia, el sexo y el parentesco en la formación de las preferencias sociales afiliativas, lo que indica que probablemente haya otros factores sustentando el establecimiento de estas relaciones, como por ejemplo la personalidad o la familiaridad, es decir, el grado de conocimiento entre los distintos individuos.

Malestar en la granja

Algunas de las prácticas de manejo cotidianas resultan en la inestabilidad e intervención sobre las vidas sociales de estos animales. Estas prácticas implican “aislamiento, reagrupación con individuos desconocidos o división de grandes grupos y todas ellas pueden tener repercusiones negativas sobre el bienestar” (Goumon et al. 2020).

Cuando valoramos los focos de malestar en las explotaciones, no debemos perder de vista la individualidad de los animales afectados, “las identidades de los individuos transferidos o separados puede afectar las relaciones sociales. Identificar los lazos afiliativos entre determinados individuos y determinar sus motivaciones es necesario para proporcionar el adecuado ambiente social requerido para un buen bienestar” (Goumon et al. 2020). 

Esta perspectiva ofrece una muestra más de la brecha entre los datos que disponemos sobre los cerdos y las prácticas a las que son sometidos. Por un lado, se reconoce la importancia de que los individuos puedan tener acceso a un adecuado ambiente social; por otro lado, la realidad es que en la industria ganadera esto  no sucede: “son separados de sus madres a una edad temprada y mezclados con congéneres desconocidos de la misma edad en grupos mixtos o de un único sexo. Este contexto social artificial se vuelve a repetir cuando los cerdos son transferidos del grupo de destete a las instalaciones de engorde y acabado” (Goumon et al. 2020).

La disonancia entre los resultados y los métodos

Un artículo reciente publicado en la revista BioEssays, ha puesto el acento sobre la disonancia entre los resultados y los métodos en los estudios de comportamiento animal. Los autores ilustran su argumento refiriéndose a una investigación que identificó, entre otros aspectos, que las ratas saltaban de alegría mientras jugaban al escondite con los experimentadores. Posteriormente, esas ratas fueron sacrificadas como parte del procedimiento experimental.

Los autores del artículo de BioEssays realizan la siguiente reflexión: “Buena parte de la ciencia del comportamiento contemporánea se queda corta en la consideración de las implicaciones éticas de sus propios descubrimientos. Esto genera una contradicción entre métodos y descubrimientos, y obstaculiza la traducción de las evidencias científicas actualizadas en los correspondientes cambios políticos y legales” (Webb et al. 2020). 

Podemos trasladar esta misma disonancia al estudio sobre preferencias sociales en cerdos que hemos analizado en este artículo, pues estos individuos “fueron enviados al matadero cuando alcanzaron un peso de mercado de aproximadamente 100-110kg” (Goumon et al. 2020). Mientras sigamos fallando en el reconocimiento de las implicaciones éticas de las evidencias científicas, se seguirá ampliando la brecha entre saberes y prácticas.

Referencias

Goumon, S. et al. (2020) ‘Dyadic affiliative preferences in a stable group of domestic pigs’, Applied Animal Behaviour Science, 230.

Webb, C. E., Woodford, P. and Huchard, E. (2020) ‘The Study That Made Rats Jump for Joy, and Then Killed Them’, BioEssays, 42(6).